Mi experiencia con el cáncer empezó en el verano del año 2016 cuando mi esposo fue diagnosticado con un tipo de cáncer de sangre y tuvo que empezar inmediatamente su tratamiento con quimioterapia en uno de los hospitales más reconocidos de Houston.
Por esta circunstancia, tuve que dejar de trabajar para convertirme en la principal cuidadora de mi esposo. El tiempo empezó a pasar rápidamente entre citas médicas, exámenes, tomografías, quimioterapias y laboratorios y así vivimos por ocho meses. Una vez nos “acomodamos” a esta nueva rutina, empecé a tener algunas horas libres y pensé que podría ayudar a otros pacientes y cuidadores que estuvieran pasando por esta misma situación aterradora.
Fue entonces cuando decidí convertirme en voluntaria del hospital y esta fue una decisión que cambió mi vida para siempre. Poco después de empezar con el voluntariado, me di cuenta de que no solo estaba ayudando a otros pacientes y a sus familiares, sino que sus experiencias también me estaban ayudando a mí.